martes, 30 de diciembre de 2008

El Significado De Ser Antitaurino

Durante muchos años se me preguntaba, ¿Cuál es el significado de ser Antitaurino? Muchas veces esa pregunta apareció en las diversas conversaciones que tenia con grandes amigos antitaurinos de la vieja Lima, una Lima que cada día contempla el mayor dolor que una ciudad querida pueda sentir: el dolor de la violencia de sus pobladores.
Pero volviendo al tema, muchas personas quieren saber el significado de llamarse “Antitaurino”. Este no es un apodo, no es un insulto, no es un adorno a tu nombre ni mucho menos es una ideología o algo parecido. No es un grupo de personas que se reúnen mientras hay corridas de toros y protestan como si fueran locos. Tampoco es ponerse un pin del tamaño de la palma de la mano en el pecho, diciendo mensajes alusivos a la prohibición de las corridas de toros.

La respuesta es muy simple. Ser Antitaurino es ser un héroe en la lucha contra la crueldad mal llamada cultura. Ser Antitaurino es rebelarse contra un sistema que impone métodos de frenar la violencia y la muerte en varios tipos, pero que se hace la ciega al momento de debatir los puntos referentes a este tema. Ser Antitaurino es ser un hombre libre de toda culpa por estos espectáculos. Ser Antitaurino es pelear por un proyecto de prohibición de estos espectáculos, pero no una lucha violenta ni mucho menos armada, sino una lucha de pensamientos e ideales.

Estos últimos 2 años hemos visto como unos mal llamados “activistas” hacían desmanes y protestas violentas. Yo llevo más de 5 años de ser un Antitaurino, y un poco más de 2 años de considerarme un estudiante en el antitaurinismo. Y durante los 2 años que estudie el significado de ser antitaurino en el Perú, no vi una sola predica o idea que nos invocara a usar la violencia como arma de lucha.
Esto es algo que todos los antitaurinos no logramos todavía entender: LAS PELEAS NO SE GANAN CON VIOLENCIA, SINO CON INTELIGENCIA, AUDACIA Y SABER ELEGIR EL MEJOR MOMENTO EN EL CUAL ACTUAR.

Mi invocación por medio de esta publicación es la de continuar con esta lucha, pero no convertirla en algo de carácter genocida. El Antitaurino no busca convertirse en un terrorista, porque es eso lo que la gente piensa de nosotros. Ya es hora de empezar a actuar, pero actuar de una manera responsable, directa y libre de violencia.

¡YA BASTA!

lunes, 29 de diciembre de 2008

El Estoque De Descabellar


Al descabellar se trata de seccionar la médula espinal para paralizar completamente al animal (como consecuencia de dicha parálisis, su muerte sobreviene unos minutos después). Pero si la médula no es seccionada completamente, la parálisis también es parcial, y ello da lugar a esas dantescas imágenes de toros moribundos con movimientos agónicos pronunciados.
Es decir, que por un lado se necesita un instrumento similar a la "puntilla", esa especie de puñal utilizado de antiguo (y aún hoy, ilegalmente) en los mataderos para el sacrificio de reses, pero que no exija en su manejo tanta proximidad al animal, y que haga un corte lo más ancho posible pero sin dificultar su introducción entre las vértebras.
Todo ello lo consigue el estoque de descabellar, que es similar al de matar pero con el extremo sin curvar y con una cruceta que hace de tope a 10 centímetros de la punta, es decir, como una puntilla a distancia. Si el matador logra introducirlo entre el espacio intervertebral del atlas, el animal cae fulminado (pero consciente) cuando el corte de la médula es total. Si es parcial, puede rematar el trabajo imprimiendo al estoque un movimiento lateral, con la cruceta como punto de apoyo (nótese por tanto que la cruceta no sólo tiene la misión de que el estoque no profundice más de lo debido y atraviese la garganta del animal, sino también la de brazo de palanca). Una vez el toro en el suelo, bien por efecto del estoque de matar bien por el de descabellar, el puntillero culmina el sacrificio con la puntilla. Para terminar, baste decir que este método de sacrificio está prohibido en toda la Unión Europea por su extrema crueldad.

El Estoque De Matar

Sorprendentemente, el Reglamento Taurino es muy parco en la descripción de este mortal instrumento. De él sólo dice que "tendrá una longitud máxima de acero de 88 centímetros desde la empuñadura a la punta" (artículo 66.1 del citado Reglamento). Aparte de evidenciar que tampoco la sintaxis es un punto fuerte de los taurinos, deja en el tintero dos características esenciales que diferencian el estoque taurino del original estoque. En primer lugar, la hoja, de anchura no especificada, lleva sus aristas biseladas en el mismo sentido que el tope de la empuñadura (el verdadero estoque es simplemente una varilla aguzada). Esto permite que se pueda introducir con facilidad entre las costillas del toro a la vez que provoca graves lesiones internas con sus cortes laterales. El considerable aumento de peso que provoca esta forma con respecto a la original, lo suplen los matadores utilizando estoques de madera excepto en el momento preciso de "entrar a matar" (para lo cual deben presentar certificados médicos dando fe de lesiones en las muñecas, certificados que en estos momentos poseen la totalidad de los matadores en activo).

Pero la mayor muestra de ingenio se encuentra en la pronunciada curvatura que presenta el último tercio de la hoja. El objetivo ideal del matador es clavar el estoque en el corazón del toro, o en su defecto, cortar los grandes vasos sanguíneos que lo rodean. Pero ocurre que el corazón de estos bóvidos se encuentra en un lugar poco accesible del tórax, prácticamente entre los húmeros. Alcanzar este punto vital desde arriba, exige que un estoque recto entre muy vertical, entre las escápulas y evitando la columna vertebral, es decir, exige que el cuerpo del matador quede momentáneamente entre los pitones del toro. Para evitar tanto riesgo, la punta curvada permite que la estocada sea tendida, ya que el trayecto que describe en el interior del tórax autodirige la punta del estoque hacia el corazón. Ya sabemos que estas estocadas de efectos rápidos son escasísimas, pero ello no debe atribuirse a defectos de diseño, sino a falta de habilidad o valentía del matador. Dicha falta de habilidad o valentía se sustituye por una práctica exteriormente muy visible, pero cuya finalidad muy pocos espectadores conocen. Nos referimos al "marear al toro", es decir, a presentarle capotes alternativamente a derecha e izquierda, inmediatamente después de haberle sido clavado el estoque. La presentación alternativa de capotes provoca que el animal mueva su tercio delantero al mismo ritmo, y eso es todo lo que exteriormente puede observarse. Pero ¿qué ocurre dentro de su tórax?. Las estocadas que no tienen efectos rápidos (es decir, casi todas) pueden haber sido demasiado "tendidas" (hiriendo hígado y/o panza), "traseras" (hiriendo pulmones y/o esófago), "delanteras" (hiriendo pulmones y/o esófago y/o tráquea), o poco profundas o "atravesadas" (hiriendo pulmones).

Pero si el animal mueve su tórax con el estoque dentro (que recordemos, tiene filos cortantes y el extremo curvo) se produce una verdadera "carnicería" interior (cuyos detalles obviamos) y que exteriormente, a veces, se evidencia por los vómitos de sangre. Y ese movimiento es precisamente el que provoca ese eufemismo de "marear" al toro con los capotes. Si se me permite la grosería, tendría que decir ¡coño con los mareos...! Por eso siempre nos ha resultado milagroso que un toro pueda llegar a ser devuelto a los corrales por superar el plazo de agonía (quince minutos desde el inicio del tercer tercio, es decir, desde que comienzan los intentos de darle muerte). Desde luego no es culpa de este refinado artefacto conocido como "estoque de matar".

Las Banderillas

El que haya tenido que presenciar una corrida de toros, habrá observado que los palos de las banderillas ocasionan ciertas incomodidades a los matadores: les golpean en el pecho y, a veces, en la cara. Por ello leímos en cierta ocasión la propuesta de un aficionado, sugiriendo el fabricar las banderillas de forma que los palos cayesen al suelo una vez que la parte metálica se hubiera clavado en la carne del animal. Eso demuestra que dicho aficionado, al igual que otros muchos, no tienen ni idea de como "funcionan" las banderillas.

El pincho de acero, por sí mismo, representa poco "castigo" para el toro. Sus 60 milímetros de largo (80 en las banderillas negras) provocan un dolor fuerte e inmediato, pero breve. Si no entra por el mismo boquete producido por un puyazo anterior, no puede alcanzar ningún órgano vital. Pero su primer refinamiento está precisamente en el palo: una vez que el hierro ha entrado en el músculo, cualquier movimiento del toro se traduce en una oscilación del palo, oscilación que éste (el palo) transmite como un brazo de palanca al hierro. Así, el hierro no deja de hurgar, cortar y herir por dentro, provocando lo que debe ser un continuo tormento: Para que la banderilla no se desprenda de una herida cada vez más amplia, en su punta lleva un arpón de 16 milímetros de ancho (20 en las negras) similar en las formas a los anzuelos de pescar. Este arpón se engarfia de tal manera en la carne, que, para quitarlo, los banderilleros tienen que auxiliarse con frecuencia de alicates.Estamos por lo tanto ante otro instrumento muy refinado, que cumple su trabajo de una manera oculta y silenciosa, pero con total eficacia.

La Puya

Si un profano tuviera que diseñar un objeto punzante para "picar" el morrillo de un toro, seguramente se decidiría en primer lugar por la forma cónica, como la punta de un lápiz. Pero en la práctica se encontraría con dos problemas: por un lado, para mantenerla afilada tendría que recurrir al mismo o similar procedimiento que se utiliza para afilar lápices, y ésa es una operación difícil de realizar a una punta de acero. Por otro lado, al clavar una puya cónica en el morrillo, se infringirían heridas tan profundas y anchas como la longitud y anchura de la puya, pero poco sangrantes, ya que dicha forma geométrica se introduce con facilidad entra las fibras musculares, apartándolas sin cortarlas. Para solucionar el problema del afilado, la puya taurina recurre a la forma piramidal, con tres aristas. Así, con una simple lima se pueden tener los filos siempre a punto y el extremo tan punzante como se quiera. Pero sobre todo, este diseño se introduce en el músculo cortando las fibras en vez de separándolas, y la herida provocada es por tanto mucho más sangrante. Sin embargo aparece un nuevo inconveniente: como la dirección en la que empuja el toro y la que empuja la puya son casi opuestas, la resultante para un instrumento con filos cortantes sería hacia la penca o zona trasera del animal. Es decir, provocaría un tajo que abriría el lomo del toro en dos, y un animal herido así, presentaría un aspecto excesivamente espectacular. Otra vez la inventiva taurina encuentra solución: la pirámide se reduce a una pequeña punta de 24 milímetros de largo, seguida inmediatamente de un cilindro de madera de 6 centímetros de largo, sobre el que se envuelve un cordel de cáñamo de 3 milímetros. Ahora tenemos una punta piramidal que entra cortando el músculo pero, inmediatamente, a medida que el picador empuja, comienza a introducirse la zona encordada, impidiendo que los filos tajen lateralmente. Y con una ventaja añadida: el encordamiento se comporta como una sierra de dientes abiertos, causando un destrozo importante en el músculo y en sus vasos sanguíneos, y por tanto, una hemorragia enorme.


Pero aún queda otro detalle que, en su minuciosidad, el Reglamento no olvida: la vara en cuyo extremo se monta la puya, debe estar alabeada (torcida) y la puya montada de forma que una de las caras de su pirámide quede en el sentido de la parte convexa. ¿Para qué esto? Pues para que la puya, antes de que pueda cortar superficialmente sobre la piel del animal cuando se produce el encuentro con la misma, se introduzca con rapidez dentro del músculo, ya que el aludido alabeo obliga tanto a que la puya mantenga una trayectoria menos aguda (como si el picador estuviera situado a mayor altura) como a que ninguna de sus tres aristas pueda tajar hacia la penca. Repetimos que el Reglamento muestra una minuciosidad envidiable para cualquier sádico.


Y esto no lo es todo. ¿Cómo explicar que una puya, con una longitud total hasta el tope de 8,4 centímetros, y una anchura máxima de 3 centímetros, pueda causar heridas de entre 20 y 40 centímetros de profundidad, y de unos 9 de anchura?. La propia blandura de un músculo como el morrillo, que cede hundiéndose bajo el peso del picador sobre el breve tope de la puya (el llamado efecto "acordeón") o el acertar un segundo puyazo sobre el agujero ya provocado por el anterior, es a veces suficiente. Pero en caso necesario, interviene la pericia del picador, que si recibe la pertinente orden del matador, inicia un movimiento de vaivén con la vara, al tiempo que empuja lateralmente para agrandar la herida. Cuando consigue que uno de los extremos de la cruceta que hace de tope (y que sólo sobresale 5 centímetros por cada lado) se cuele por el boquete, lo aprovecha como punto de apoyo y ya puede profundizar lo que quiera, manejando el tope como un sacacorchos("barrenar" en su jerigonza). Claro que tiene que cuidar que cuando el toro se separa, no se engarfie la cruceta en la carne y le arranque la vara de las manos, lo cual ocurre de vez en cuando. El que en ocasiones un toro resulte muerto por los puyazos, o más frecuentemente quede cojo o semiparalizado por haberle machacado la escápula o una vértebra, no deja de ser un "accidente", acaso intencionado, pero que desdice poco de un refinado instrumento que cumple perfectamente su cometido: desangrar parcialmente al toro, reducir considerablemente su fuerza, obligarle a humillar la cabeza y permitir al matador simular su valentía.




La Fiesta De La Muerte

Nadie tiene derecho a gozar haciendo sufrir a los animales. Nadie tiene derecho a convertir en espectáculo festivo y moral la muerte de un toro. Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso , que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y dietética, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros asesinados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.

Y cada año se produce en nuestra sociedad el eterno debate... taurinos vs. antitaurinos. Aunque la verdad es evidente, no requiere mayores explicaciones para cualquiera que posea una mente y un alma sanas. El toreo es una tortura en forma de ritual pseudo-cultural.

Cierto es que mas de las 3/4 partes del país están en contra de esta masacre, sin embargo la Tauromaquia tiene raíces económicas y políticas fuertes, por ello el fin de las fiestas crueles dependerá del grado de respaldo de los medios de comunicación, de los intereses económicos y de las instituciones públicas y religiosas que tradicionalmente las han justificado y mantenido, política y materialmente, a cambio de vender su alma al diablo o al mejor postor, permitiendo la implantación del “status quo” taurino y la pérdida de valores éticos y religiosos del modelo egoísta de sociedad actual, intolerante y cruel, que se manifiesta a través de las retransmisiones taurinas, la violencia deportiva y doméstica y la tele basura en general, con el silencio cómplice, egoísta o ignorante de los votantes que legitiman activa o pasivamente la violencia institucionalizada sin comprender el origen de los conflictos sociales y las guerras locales y transnacionales que condicionan e hipotecan el presente y el futuro de la humanidad.

El Tribunal Constitucional peruano ha señalado recientemente que las corridas de toros no están exonerados del pago de impuestos porque "es un espectáculo público no deportivo" y porque implican "actos de crueldad" que el estado no debe promover. ¿Hace falta mas?

Carta de Presentación

Bienvenidos

Me llamo Daniel García y dirigo este pequeño grupo desde el año 2006. Durante mucho tiempo, el hombre ha hecho de los animales, un objeto de diversión, un medio en el cual desalojar sus penas e incluso usarlo como blancos vivos de sus enfermos impulsos.
Más en concreto, desde hace mas de 400 años que la Tauromaquia llegó al Perú. Y lamentablemente hizo que varias tradiciones de nuestro Perú se transformen de un espectaculo cultural y divertido hacia los ojos de los espectadores, en un espectaculo sangriento, doloroso, cruel y cobarde contra un pobre animal que no tiene la más minima idea de lo tan grave que ha hecho en su corta vida para merecerse semejante castigo. Pregunta que todos los antitaurinos tambien nos hacemos.

Pero creo que ya es hora de ponerle un alto a todos estos espectaculos, no solo las corridas de toros, sino tambien las corridas de rejones, novilladas, becerradas, peleas de gallos, peleas de perros, el llamado "Yawar Fiesta", entre otros.

Aunque muchos de los lectores no lo sepan, solo en el Perú mueren un promedio de 2000 toros al año, cifra que nos ubica por debajo de España (3000) y Mexico (2800) en número de muertes de toros al año. Esta cifra, ademas de lamentable y vergonzosa, es un insulto a todas las Declaraciones en favor de los derechos de los animales y pedidos de una formalización inmediata de estos derechos.

Es por todo esto que, este blog esta destinado a albergar toda clase de opiniones, noticias, sugerencias, quejas y todo aquello que ayude a poder algun día lograr el gran ansiado sueño: poder ver a nuestro querido y amado Perú libre de dolor, sangre y vergüenza mundial.

Solo me queda decirles Bienvenidos a este nuevo Blog y siempre para adelante.

¡Basta Ya!