Pero la mayor muestra de ingenio se encuentra en la pronunciada curvatura que presenta el último tercio de la hoja. El objetivo ideal del matador es clavar el estoque en el corazón del toro, o en su defecto, cortar los grandes vasos sanguíneos que lo rodean. Pero ocurre que el corazón de estos bóvidos se encuentra en un lugar poco accesible del tórax, prácticamente entre los húmeros. Alcanzar este punto vital desde arriba, exige que un estoque recto entre muy vertical, entre las escápulas y evitando la columna vertebral, es decir, exige que el cuerpo del matador quede momentáneamente entre los pitones del toro. Para evitar tanto riesgo, la punta curvada permite que la estocada sea tendida, ya que el trayecto que describe en el interior del tórax autodirige la punta del estoque hacia el corazón. Ya sabemos que estas estocadas de efectos rápidos son escasísimas, pero ello no debe atribuirse a defectos de diseño, sino a falta de habilidad o valentía del matador. Dicha falta de habilidad o valentía se sustituye por una práctica exteriormente muy visible, pero cuya finalidad muy pocos espectadores conocen. Nos referimos al "marear al toro", es decir, a presentarle capotes alternativamente a derecha e izquierda, inmediatamente después de haberle sido clavado el estoque. La presentación alternativa de capotes provoca que el animal mueva su tercio delantero al mismo ritmo, y eso es todo lo que exteriormente puede observarse. Pero ¿qué ocurre dentro de su tórax?. Las estocadas que no tienen efectos rápidos (es decir, casi todas) pueden haber sido demasiado "tendidas" (hiriendo hígado y/o panza), "traseras" (hiriendo pulmones y/o esófago), "delanteras" (hiriendo pulmones y/o esófago y/o tráquea), o poco profundas o "atravesadas" (hiriendo pulmones).
Pero si el animal mueve su tórax con el estoque dentro (que recordemos, tiene filos cortantes y el extremo curvo) se produce una verdadera "carnicería" interior (cuyos detalles obviamos) y que exteriormente, a veces, se evidencia por los vómitos de sangre. Y ese movimiento es precisamente el que provoca ese eufemismo de "marear" al toro con los capotes. Si se me permite la grosería, tendría que decir ¡coño con los mareos...! Por eso siempre nos ha resultado milagroso que un toro pueda llegar a ser devuelto a los corrales por superar el plazo de agonía (quince minutos desde el inicio del tercer tercio, es decir, desde que comienzan los intentos de darle muerte). Desde luego no es culpa de este refinado artefacto conocido como "estoque de matar".
En España somo más anti-taurinos de lo que creéis.
ResponderEliminarSeguid así, que os apoyamos.
Firma: Turriano
Por que no se preocupan más de los seres humanos. Que es lo que comen todos los días seguro que carne de algun pobre animalito como un toro, pollo, pez, etc.
ResponderEliminarNo sean hipócritas y ponganse a trabajar por que los niños no mueran de hambre.
Saludos
Pedro